En el Islam, el concepto de pecado es diferente a otras religiones. Nuestros pecados no benefician ni perjudican a Dios en nada, solo a nosotros mismo.
“¡Sabes, Teresa, cuando haces eso, haces llorar a la virgen María!”. Me decía mi madre, una católica devota, de vez en cuando sobre mis elecciones menos que piadosas.
“Lastimas a Jesús cuando cometes un pecado”. Era lo que los adultos decían al grupo de adolescentes que asistía al grupo de jóvenes conmigo. Mi educación religiosa en la Iglesia Católica estuvo llena de esta manipulación y toma de rehenes espirituales.
Cuando llegué al Islam
Cuando llegué al Islam, escuchaba ideas similares de musulmanes con poco concimiento: el trono de Dios tiembla cuando haces x, y o z, muchos repiten esta o aquella narración débil. ¿Por qué Dios necesita que hagamos “x” y nos alejemos de “y”? Otros rumian.
Pero ¿imaginar que algún ser “lejano” es herido por nuestras elecciones es suficiente para abstenernos de seguir cualquier deseo que tengamos? Para mí, y para la mayoría de la gente, la respuesta es no.
Para mí, la respuesta es un rotundo no, porque no respondo bien a la manipulación religiosa o espiritual. No me interesa hacer cosas arbitrarias o dictar cómo vivo mi vida solo porque ayuda a otro ser que dice ser poderoso.
Con ese fin, no creo ni creeré en un Dios que necesite algo de mí. No creo en un Dios que pudiera ser tan débil que pudier requerir mis buenas acciones para estar “bien” o que se debilitaría por mi mala conducta. Para mí, tal ser nunca podría ser Dios.
Necesitamos a Allah
A pesar de las quejas de los musulmanes que aún no tienen conocimiento, el Islam enseña, como un principio muy básico, que Dios no necesita que evitemos el pecado o que hagamos el bien:
Allah, no hay dios sino Él, el Viviente, el Sustentador. Ni la somnolencia ni el sueño Le afectan. Suyo es lo que hay en los cielos y lo que hay en la Tierra. ¿Quién puede interceder por alguien ante Él, si no es con Su permiso? Sabe lo que hay ante ellos y lo que hay tras ellos. Y no abarcan nada de Su conocimiento sino lo que Él quiere. El escabel de Su Trono abarca los cielos y la Tierra y no Le causa fatiga mantenerlos. Y Él es el Elevado, el Inmenso.
Corán 2:255
Dios, el Todopoderoso Creador de todo, no tiene necesidad de nada. Si alguna vez imaginas que un ser es un “dios” y tiene alguna necesidad, la única conclusión lógica es que no es Dios.
Si yo, un ser finito con necesidades y debilidades, puedo dañar o beneficiar a algo, entonces ese algo no puede ser Dios, un Ser Infinito, Todopoderoso.
Nuestro propósito en la vida
Más aún, lo que es un pecado y quién Dios es están íntimamente ligados al propósito del ser humano en la tierra. Nuestro propósito en esta vida es conocer la paz a través de conocer a Dios.
Nuestro propósito en la tierra es encontrar nuestro camino de regreso a nuestro hogar original con Dios y tener paz eterna. Y lo que hace que algo sea un pecado es que se interpone en el camino de esto.
Los pecados no son cosas arbitrarias que algún ser débil ha decidido que hiere sus sentimientos. Un pecado es una advertencia contra las trampas de este mundo que tienen un gran potencial de ser dañinas, una distracción y/o destructivas para el ser humano.
Los juegos de azar, el consumo de alcohol, el adulterio, etc., tienen graves consecuencias que vienen con su indulgencia.
Estas acciones son divertidas y placenteras por un segundo y luego conducen a la adicción, el dolor, la ruina financiera, la destrucción de familias, enfermedades y cosas mucho peor a largo plazo.
El peligro de los pecados
No solo nos hacen daño, sino que nos distraen de nuestro propósito.
Un pecado es también una advertencia sobre causar daño, distracción o destrucción a otros seres (humanos o no). Robar, asesinar, aterrorizar, etc., todo tiene graves consecuencias para la víctima: pobreza, trauma, muerte, dolor y mucho más.
Incluso los pecados que hacen daño a otros inevitablemente nos dañan a nosotros. Todo el mal que hacemos y el dolor que causamos a los demás volverá a nosotros. Y así, no mostrar respeto y dañar la creación de Dios nos distrae del camino para encontrar la paz a través de Dios.
Estoy seguro de que puedes entender por qué dañar a otros es pecado, pero quizás te preguntes por qué es pecado dañarnos a nosotros mismos. Después de todo ¡es nuestro derecho hacer lo que queramos con nosotros mismos!
La respuesta es que no tenemos derecho a hacernos daño porque pertenecemos a Dios. Él nos creó a nosotros y todo lo que nos sustenta.
Si verdaderamente fuéramos de nuestra propiedad, entonces podríamos crearnos, de la nada, a nosotros mismos y todo lo que necesitamos para vivir.
¿O es que acaso han sido creados sin nada (que los originara) o son ellos los creadores?
Corán 52:35
Fuera del camino de la paz
Pero no podemos y nunca podremos hacerlo. Y así, como parte de la creación que somos, debemos respetar y no hacer daño a ninguna parte de la creación, incluyéndonos a nosotros mismos, en cuerpo y alma, porque pertenecemos al Creador. Lo único que tenemos es la percepción del libre albedrío y las acciones que elegimos con esa percepción de libre albedrío.
Dado que no podemos dañar a Dios, ¿qué hace que la incredulidad sea un pecado si no se daña directamente a uno mismo o a otra parte de la creación?
La respuesta es parte de lo que hace que un pecado sea un pecado: nos desvía del camino hacia la paz a través del conocimiento de Dios. Negar que Dios existe o adorar una parte finita de la creación como un “dios”, nos aleja por completo del camino hacia la paz a través del conocimiento de Dios.
¿Cómo podemos conocer a Dios si negamos Su existencia? ¿Y cómo podemos tener paz si negamos al Creador de la paz? ¿Cómo podemos conocer la paz a través de Dios si ponemos algo más en Su lugar, algo que es finito e incapaz?
No podemos. Nos separamos de Dios y de la paz y, por lo tanto, nos hacemos daño.
Sin embargo, Dios no necesita nuestra adoración. Dios será Dios aunque nadie lo adore. Nosotros somos los que necesitamos a Dios.
Y todos tenemos una necesidad que no puede ser satisfecha por nada en esta tierra. Todos sentimos esa necesidad de conocer la paz, de conocer a Dios.
Todo esto no quiere decir que cualquiera de nosotros pueda ser perfecto y capaz de evitar todo pecado. El ser humano flaqueará. Eso es parte de nuestra naturaleza. La belleza de nuestra debilidad es que también podemos usar nuestros pecados como un camino de regreso a Dios, a la paz, a nuestro verdadero hogar:
Es cierto que Allah ama a los que se vuelven a Él y ama a los que se purifican.
Corán 2:222
El asunto es tratar de evitar los pecados lo mejor que podamos, poner nuestro mejor esfuerzo para evitar lo que nos dañará, lo que nos distraerá del camino.
Los pecados sucederán. Pero no significan un fracaso. Cuando nos desesperamos y dejamos de intentarlo, entonces hemos fracasado. El camino siempre está abierto.
Traducido del inglés del archivo de About Islam: What Makes Something a Sin?
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